Bienaventurados los pobres de espíritu que sacan a relucir en sus esfuerzos las noblezas de sus cimientos y sus savias
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. .Después de permanecer junto a ellos tres noches y tres días he vuelto a casa conmovido del amor propio profundo de estas Vidas. Que nada pareciera en ellos relucir del espíritu que enriquece nuestras Vidas y nos hace competitivos, volitivos, despectivos, bastante enloquecidos y tantas variadas manifestaciones que despliega el espíritu en nos.
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La suavidad y la dureza de estas Vidas se contrapesan. La riqueza profunda que transmiten sin esfuerzo aparente, descubre el valor de su extrema pobreza.
La dignidad humana es aquí sin mella, a pesar de carecer de todo.
Arrimar cualquier ayuda a estas Vidas reclama una consideración de respeto enorme, de aprecio cercano, sincero y duradero.
El mayor aprecio ponen en la escolaridad de sus niños con la ilusión de verlos a ellos un día corriendo algunos de sus límites.
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Vivieron en cercanías del pequeño cerro toda su Vida; sin otra energía que la del sol; la que cargaban bien pequeños sobre su cabeza en los cántaros de agua que traían del arroyo, al igual que los atados de maderitas de los arbustos del cerro para mantener el fuego encendido en la cocina cenicienta.
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Hace tres años les acercaron la red de electricidad; y hace cuatro alcanzaron a perforar en la piedra del subsuelo, un pozo que les surte de agua sin necesidad de ir hasta el arroyo.
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Su parcela ha quedado encerrada de tal manera que el acceso a ella se regala entre acuerdos vecinales a través de pequeños senderos. Pero ningún camino existe para vehículo alguno, otro que la carreta traccionada por bueyes que transitan por resbalosas piedras cruzando el arroyo, arenales y guadales que le siguen, y empinadas cuestas.
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El 80% de estos 300.000 minifundios paraguayos carecen de título de propiedad. No obstante, todos reconocen la inmemorialidad de sus posesiones conservando vivos sus sobrados derechos posesorios.
La irregularidad de las parcelas; los déficits catastrales, las pobrezas de estas tierras y sus valores casi siempre por debajo de los costos de gestión de los documentos catastrales, hacen que la regularización dominial de estos minifundios sea una tarea que permanecerá pendiente muchas décadas.
A menos que la información satelital, la cibernética y una ética que mire el valor de estas pobrezas se decida a comenzar una tarea que no parece ser la primera en urgencias a resolver.
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