Estas fotos van mostrando
las secuencias de mi obrar, ganando en libertad sin perder identidad.
Este tema de la identidad en arquitectura me resulta válido pues las razones y funciones han acabado con ella. Cuando no son “american beauties, son shoppings o arquitectura cartel como me ha dado en llamar a algunos de estos proyectos; que si bien ajustados a razón, siento que nacieron muertos. Veremos cuánta mayoría de edad alcanzan sus aprecios. La primera de las obritas en una pequeña loma es mi casita.
En verdad no fue hecha para mí, sino para hospedar ese vitral. La segunda de ellas construida para mi hijo Sebastián ya tiene
otra resolución plástica de mayor libertad. Aun cuando
al concluirla me desasnan para enterarme de que eso se aproximaba mucho
a una “pallaza”. Preguntando que era eso me apuntan a la
casa celta. Bien anteriores a Cristo y algunas sobrevivientes. La tercera de estas que aquí se muestran ya tiene ganada la
mayor libertad expresiva. Recuerda esta obra a una mujer echada de cúbito dorsal y su
entrada por una bella puerta en medio de esas cálidas curvas
es de imaginar. |
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![]() La casa de mi amada en el Monte Caramelo |
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