Bastaría con vivir algunos de estos descalabros y localizaciones que narro

para patenciar que Cuerpo y Alma,
son una sóla y la misma cosa.

Con lugar suficiente para hospedar amores:

transitivos e intransitivos;
vinculares y parentales;

constituyendo trascendencia
en constituídas inmanencias;

vientos para autoestima
y cimientos para amor propio

arriba y abajo,
espíritus y savias.

Espíritu Persona y E-Go Profundo
personalidad y profundidad en E-Go
ex-sistencia e in-sistencia
presunción y sub-sistencia
autoestima y amor propio
femenino y masculino
lo visible y lo oculto
aliento y seguimiento
Psijé y Eros
mar y monte

De su unión nace una hija llamada Placer.
Sus abismos encimados engendran Bi-os.
Su fotosíntesis genera verdura.
Sus apareamientos, prodigalidad.

Sus separaciones, desierto; y sol por donde desciende sabiduría.

Antiguos Paraísos perdidos que solicitan y asisten nuestro trabajo “poético”.
Aquí: afectividad, espontaneidad,
privacidad... y tus manos,
...te bastarán.

Primarios embelesos de arquetipo colectivo que un día, más allá de la locura,

en la Aurora nos descubre criaturas;

y ella misma,
personalísimo arquetipo vincular;
donde relativo y absoluto se tocan y buscan reencontrar.

La ley del “nada se pierde, todo se transforma”, resulta obvia cuando razón parental y razón vincular rescatan en aprecios cercanía.

Bastante, empero, amenaza perderse cuando estas razones luchan y divorcian.

Aquí tallan, aun desde supuesto olvido, ocultas, las arcas;

que más allá y más acá del viento, las raíces y las savias, aunque siempre ocultas,

sostienen en esfuerzo permanente guardia.

 

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